Esto lo leí en una revista y me pareció interesante postear algunos fragmentos del artículo, el autor es Eduardo Garza Cuéllar. El título es "De palabras y silencios" publicado en Istmo no. 295:(...) Más en el ánimo de distinguir que de realizar un catálogo exhaustivo en este artículo describo 8 especies de silencio:
1. El mutismo. Es burdo y sordo, previo al descubrimiento de uno mismo en la palabra, a la humanizante experiencia de nombrar. Es el mutismo nocivo y deshumanizante que nos aísla de los demás y de nosotros mismos al no permitirnos nombrar nos impide contactar nuestra propia experiencia, enajena. (...) un silencio ciego y sordo, quizás el más triste: de quien no se puede decir propiamente que sufre o goza, porque al no poder nombrarlo no lo hace consciente, tampoco humano.
2. El silencio de los silenciados. Existe un silencio inmoral, que mancha y avergüenza, ensucia un momento histórico y cuestiona a la sociedad, que apela a nuestra conciencia y no deberia existir. Se trata del silencio del sufrimiento, de los niños de la calle, los miserables, los marginados, los que no queremos escuchar. (...)
3.
El silencio denuncia. Cuando la denuncia de palabras topa con los límites de un sistema lingüistico y mental, cuando comprende que ya no puede o desea ser escuchado, recurre a un silencio elocuente de denuncia. El último silencio socrático, el silencioso ayuno de Gandhi, el silencio de Cristo frente a Pilatos y el de su crucifixión denuncian la obsolescencia de una manera de comprender el mundo (...) El silencio del profeta no significa renuncia a su palabra ni a su causa. Tampoco supone concesión frente al temor o el poder. Su silencio es más bien el testimonio que subraya lo antes dicho con palabras: significa convicción y entrega totales.
4. El silencio creativo. (...) el acto de crear surge del silencio y lo requiere. Ignacio Padilla ofrece un testimonio contundente y claro: "Escribo siempre desde el silencio, porque el silencio es la masa primigenia de donde sale el verbo. (...)"
5. El silencio del asombro. El asombro permite adentrarse en el misterio de las cosas, ayuda a sentir la gravedad y el palpitar del ser, a celebrar y participar en la gran sinfonía del mundo. Ese ocurre necesariamente en el silencio. (...) Es sobre todo el de quien intuye su participación en el ser y siente la diferencia radical con la nada. Un silencio que acompaña la intuición metafísica, pariente de la soledad, pero no del aislamiento, que nos hermana con todos y con todo. (...) La experiencia estética es una variable de este silencio del asombro. (...) cuando vivimos la contemplación gozosa y desinteresada de lo bello nos sumimos en un íntima e indescriptiblemente festivo.
6. El silencio comunicativo. La comunicación, fundamentalmente asociada con la palabra, encuentra sus mayores obstáculos en el exceso de palabras. (...) nuestros problemas comunicativos se desprenden de nuestra incapacidad de crear silencio. (...)
7.El silencio de la angustia. (...) Es una angustia que invita al abandono e irremediablemente nos desnuda frente a Dios y a nuestro destino y nos deja en soledad y en silencio. (...) Quien ha accedido a la vida espiritual se topa en algún momento de su aventura con una variante de este silencio. No el silencio de la consolación, máximo tesoro al que aspiran los místicos, sino a un silencio doloroso, no deseado, que sorprende a los espirituales en su búsqueda y que la cuestiona de raíz. Silencio amargo y profundo en el que todo parece haber perdido sentido. (...)
8. El silencio místico. (...) Octavio Mondragón lo describe como "un estado de asombro ante lo último y definitivo, ante aquello que está más allá de toda cosa y acontecimiento, y que es el origen de todo lo que existe y de todo lo que puede y debe ser y acontecer(...) Una especia única de arrobamiento desde y por el cual nace y crece en nosotros el asombro y la maravilla silenciosos" (...)