Hoy de mañana, muy temprano...

Suena la alarma, M. da una vuelta sobre su cama y mira: 4:45 am.
Es hora. Se desespereza. Lucha contra la modorrez para levantarse.
Se acerca el amanecer. Se baña, se viste, está lista para salir.
Había tenido una noche difícil, pero H. había acordado llegar temprano y él siempre cumplía sus promesas. Sí, ahí estaba en pie de guerra a las 5:25 am.
R. la noche anterior había mostrado alguna indecisión, no le parecía la mejor hora, pero momentos antes, con poca reflexión, se unió al grupo. 5:28 am.
Todos eran conscientes de la importancia de su misión. 5:45 am.
En el lugar convenido se encontraron con el cuarto miembro Mo, quien estaba ya dudando sobre la valentía de los otros tres. 5:55 am.
Al llegar al lugar, a la hora, en el momento indicado, todo se detuvo. Y ellos no supieron nada uno del otro, simplemente sabían que estaban haciendo lo correcto. Cada uno ensimismado en sus pensamientos, parecía que rezaban. ¿Estarían rezando? Nadie podía saberlo. 6:10 am.
Todo terminó. Parecía lo mismo pero en otra dimensión. 6:45 am.
No, definitivamente ya nada era igual. 6:55 am. Y sólo había transcurrido una hora de su encuentro con Ella. 7:00 am. Y es que Ella tiene esa capacidad para que los días no sean monótonos, les da un sentido diferente y profundo.