Tenía helado el corazón. No recordaba con exactitud cuando había empezado a bajar la temperatura interior, a lo mejor un par de años antes. Se justificaba pensando que uno no se recupera tan fácil de los tropezones emocionales. Cada día entendía menos que era eso de "dar la vida por los demás".
Aquel día amaneció especialmente congelado, siempre pasaba esto cuando se acercaba el mes más caluroso del año, diciembre. Odiaba los villancicos, el chocolate caliente y los nacimientos. Pero aún faltaba un mes para eso. No, su estado de ánimo era fruto de la negación constante, tozuda de estar saliendo con alguien que probablemente tuviera el calor necesario para descongelarlo. Él no lo permitiría, huiría...
2 comments:
También odio estos tiempos finales del año, que siempre nos hacen creer que deben ser los más felices.
Wwoow no se porque justo cuando checo tu blog es justo el día en el que escribes!! Este me gusto de sobremanera, eso de Diciembre el mes caluroso, es siempre y cuando hagamos conciencia de a quien le debemos todo y que es a quien festejamos, ojalá encuentre un hermoso motivo para descongelar su corazón!!! Un abrazo y me fascina leerte.
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