Año: 2000. Primer semestre de la carrera.
Lugar: Universidad Panamericana, Aula 17 de Chancelor.
Clase: Historia de la Filosofía I.
Profesor: Dr. Nuñez.
Actividad: Los alumnos estudiabamos algún tema o lectura para discutir en un "acuario" (Cuatro sillas en medio del salón) mientras los demás escuchaban la conversación entre los participantes.
Situación: Uno de los participantes del acuario enmudeció. La lengua la tenía cosida al paladar. No dijo "pío" y agachaba la cabeza para esquivar la mirada inquisidora del profesor. Así permaneció a lo largo de 10 minutos, los más largos de su vida.
Realidad: He de confesar que nunca me ha gustado participar en clases. No soy de esa clase de alumnas que lanzan preguntas todo el tiempo y comparten experiencias con el resto del grupo. No, simplemente no lo soy. Y menos en esa época, en la que entraba a un mundo desconocido, mixto, viniendo de un colegio de niñas con un máximo de 100 alumnas en toda la preparatoria.
Y venía a un ambiente de mucho "Bloff intelectual" que para nada fue, ni es, ni será mi estilo (cfr. Piú, Zagal...)
Y yo sin leer lo que había dejado Nuñez, me lleva ¿porqué tenía que tocarme a mí participar?... ni como defenderme, mejor decidí guardar silencio. En boca cerrada no entran moscas.
Y siguen diciéndome: ¿Te acuerdas del acuario?