Herencias

A la hora de comer, siempre tengo problemas con las manchas.
Mi ropa siempre queda marcada con el menú del día.
En todas las situaciones, una cena formal, una salida con alguien, con mi jefe, en comida de negocios; siempre salgo salpicada de sopa o embarrada de salsa o con algo desparramado en mi persona.

Y no es que tenga poco cuidado al comer, simplemente a veces el mundo conspira para lograr dejar una huella en mí. Algunos ejemplos de esto. En la última salida al cine: el vaso del refresco estaba roto. No me percaté hasta que sentí líquido frío en mi playera y jeans.
Otro día en un café: la tapa del capuchino que había pedido para llevar estaba mal puesta, ocasionándome grandes estragos en la vestimenta.


Es inevitable y he aprendido a vivir con eso.


A finales del año pasado, hice un gran descubrimiento. Les platico.

Sentados a la mesa de navidad, con mis tíos y parientes. Me percaté que a varios tíos les pasó algo relacionado con manchas en la ropa. A R. se le resbaló del plato un poco de salsa, a F. se le cayó el dip de las botanas en el pantalón, a L. algo de refresco. Mi madre terminó limpiando su blusa del vinagre de las aceitunas.

Hasta el esposo de R. declaró: daré un premio al O. que no se ensucie mientras come. O sea que él está acostumbrado a las manchas de su esposa...pensé. ja!
La comprobación de esta teoría vino cuando mi abuelo ensució su corbata con la sopa que comía.


Definitivo: no se roba, se hereda.

Así pues a mí no me toco ser la limpia de la familia.
Y ahora mi sobrina F. mantiene las leyes de la genética.